El trabajo deberá ser conjunto
entre alumnos, profesores y padres, así la educación de los alumnos en el uso
de las nuevas tecnologías será positivo y constructivo. El alumnos irá
descubriendo como el uso y la aplicación de las nuevas tecnologías en su
aprendizaje será para aprender o para entretener en la medida que los
profesores y padres le enseñen a utilizarlas. El alumno sabe con facilidad como
se buscan juegos o se descargan vídeos o canciones, pero tal vez no sepa por si
solo como se comparten documentos o como se utiliza una wesbquet par realizar
un trabajo, o no conoce recurso u páginas que puede utilizar para aprender las
capitales de Europa.
Además el uso frecuente y
adecuado de las nuevas tecnologías a medida que subimos de corso son una
posibilidad para la motivación del alumnado, crean una expectación y una curiosidad
que bien usada es positiva. Partir de sus
conocimientos y ampliarlos con los que el profesor aporta será siempre mejor
que dejar que el alumno copie y pegue sin saber con certeza el lugar del cual
obtiene esa información.
Como futuros profesores podemos aportar
las herramientas necesarias para que nuestros alumnos puedan realizar un
aprendizaje cooperativo y colaborativo, por ello es bueno que los invitemos a
aprender y a arriesgar confiando en sus posibilidades,. Si este trabajo es
compartido con los padres será más sencillo y fecundo.
Aquí os dejo este cuento de Jorge Bucay que nos puede
ayudar motivarnos y animarnos en esta aventura de "enseñar a volar".
Pude ser una oportunidad para recordarnos que el alumno tiene dentro de sí
mucho de los contenidos que nosotros no empeñamos en meterle dentro, invitemos
a los alumnos a confiar en sus posibilidades, empecemos primero nosotros en
confiar en las nuestras. Espero que este cuento os anime.Cuando se hizo mayor, su padre le dijo. <<Hijo mío, no todos nacemos con alas. Si bien es cierto que no tienes obligación de volar, creo que sería una pena que te limitaras a caminar teniendo las alas que el buen Dios te ha dado>>
- Pero yo no sé
volar- contestó el hijo.
- Es verdad..- dijo
el padre. Y, caminando, lo llevó hasta el borde del abismo de la montaña.
- ¿Ves hijo? Este es
el vacío. Cuando quieras volar vas a venir aquí, vas a tomar aire, vas a saltar
al abismo y, extendiendo las alas, volarás.
El hijo dudó.
- ¿Y si me caigo?
- Aunque te caigas,
no morirás. Sólo te harás algunos rasguños que te harán más fuerte para el
siguiente intento- contestó el padre.
El hijo volvió al
pueblo a ver a sus amigos, a sus compañeros , aquellos con los que había
caminado toda su vida.
Los más estrechos de
mente le dijeron: <<¿Estás loco? ¿Para qué? Tu padre está medio loco...
¿Para qué necesitas volar? ¿Por qué no te dejas de tonterías? ¿Quién necesita
volar?>>
Los mejores amigos le
aconsejaron: ¿Y si fuera cierto? ¿No será peligroso? ¿Por qué no empiezas
despacio? Prueba a tirarte desde una escalera o desde la copa de un árbol.
Pero... ¿desde la cima?
El joven escuchó el
consejo de quienes le querían. Subió a la copa de un árbol y, llenándose de
coraje, saltó. Desplegó las alas, las agitó en el aire con todas sus fuerzas
pero, desgraciadamente, se precipitó a tierra.
Con un gran chichón
en la frente se cruzó con su padre.
- ¡Me mentiste! No
puedo volar. Lo he probado y ¡mira el golpe que me he dado! No soy como tú. Mis
alas sólo son de adorno.
- Hijo mío - dijo el
padre-. Para volar, hay que crear el espacio de aire libre necesario para que
las alas se desplieguen. Es como tirarse en paracaídas: necesitas cierta altura
antes de saltar.
Para volar hay que
empezar asumiendo riesgos.
Si no quieres, lo
mejor quizá sea resignarse y seguir caminando para siempre.
Jorge Bucay.
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